Cuando entré a Laboratoria tuve, como muchas otras veces, la idea romántica de escribir mi experiencia del día a día en este proceso; quizá como muchas otras de mis compañeras.
Para quienes hayan llegado aquí por casualidad y aún no tengan una idea clara de qué es, Laboratoria es un proyecto que se enfoca en impulsar la economía digital haciéndola inclusiva y competitiva. Cuenta con un bootcamp o programa intensivo, en el que durante 6 meses eres responsable de tu aprendizaje con el objetivo de desarrollarte profesionalmente.
Una vez que comenzó la acción, sinceramente las primeras semanas apenas tenía idea de dónde tenía mi cabeza y no me di el tiempo para escribir sobre ello. Así que aquí estoy, 55 días después. Sigo sin certeza sobre dónde está mi cabeza, pero con otra perspectiva: que escribir aquí ayude.
La primera razón por la que deseo escribir es porque Laboratoria es una experiencia que ha cambiado mi vida desde el día 1 en que decidí seriamente aplicar al programa.
La segunda razón es porque me gustaría que otras mujeres que tengan curiosidad (ya sea por el programa o de ir en busca de algo más en su vida), pudieran tener otra perspectiva. Y finalmente la tercera razón es para aterrizar el porqué de mis decisiones el día de hoy.
Tengo 38 años, así que mi acercamiento con el mundo digital empezó en 1999: No tenía celular, ni computadora en casa, así que sólo usaba Internet en cibercafés cuando iba a hacer mi tarea, dos o tres veces por semana.
Estudiaba la Licenciatura en Gastronomía, en una hermosísima escuela en la colonia Roma, en Ciudad de México. La verdad es que cuando entré lo que más disfrutaba de cocinar, era hacer hot cakes. La idea de levantarme por las mañanas en un fin de semana, preparar la masa y despertar a todos con el delicioso aroma era una experiencia incomparable y sobre todo, podría equipararlo con un cálido abrazo. Lamentablemente después de dos años, mi vida tomó otro rumbo y tuve que poner una pausa a la escuela.
Tiempo más tarde, durante mis períodos de búsqueda, tuve varias horas perdidas frente a computadoras de cafés internet, salas de chat, pantallas de correos electrónicos, etc. Un día descubrí la magia: hacer “click derecho + ver código fuente”. Paseando, encontré angelfire.com y copiando pedazos de código de páginas descubrí cómo escribir texto, cambiar el fondo de color, poner imágenes. Nunca tomé una captura de pantalla de mi primera página pero puedo decir que se pudo haber parecido a cualquiera de estas.
Luego aparecieron los blogs, los sitios hechos con Joomla, Flash y me perdí. Nunca supe cómo sumergirme en ese mundo y desistí, pero nunca perdí ese gusto por el código.
Hace un par de años tuve la oportunidad de trabajar para una empresa de E-commerce y colaborar en el área de diseño, lo que eventualmente me abrió la posibilidad de volver a estar en contacto con el código, haciendo correos de confirmación para tiendas hechas con Shopify y un poco de email marketing con Mailchimp.
Después de un inesperado recorte de personal, decidí emprender una línea de T-shirts y aunque es un proyecto que quiero mucho, una parte de mí se quedó enganchada. Con la ayuda de mi novio encontré Laboratoria; habíamos escuchado de HolaCode, un bootcamp de programación para migrantes/repatriados. Pensó que quizá podría existir algo similar y lo encontró. Cuando me envió la información hubo una explosión en mi cabeza y en mi corazón. En seguida leí todo y me sumergí en el cuestionario.
Cuando hablo de que mi vida cambió desde el día 1, es probable que suene a cliché, pero quiero hacer énfasis en el “aplicar al programa seriamente”, porque en el momento en que recibí el acceso al Pre-Trabajo, toda la emoción se fue, lo único que había en mí, era un enorme signo de interrogación. Acabó esa convocatoria y jamás concluí el Pre-Trabajo. Empezó la siguiente convocatoria y volví a acceder a la plataforma, leí durante varios días, pensé, reflexioné y lo abandoné.
Un día recibí un mensaje muy motivador, recordándome que aún no concluía el Pre-Trabajo (Chavi si algún día miras este mensaje por casualidad, te mando un abrazo enorme y mi agradecimiento infinito) y para mí, ese fue el día 1 del que hablo: el día en el que me senté frente a la computadora y me pregunté a mí misma: ¿en verdad quieres cambiar tu vida? Y me respondí: “La posibilidad está en tus manos”.
¿Fue difícil el Pre-Trabajo? Sí y no. Aunque para mí el HTML no era taaan desconocido, JavaScript era algo que sabía que existía y hace cosas increíbles pero jamás había escuchado los términos variable, bucle, argumento. La parte positiva de todo esto fue que las respuestas del Pre-Trabajo se encontraban frente a mí, sólo tenía que quitarme ese NO de la cabeza y empezar a procesar la información.
La entrevista que tuve fue remota y además de lo que implica el proceso, me ayudó a reflexionar sobre quién soy, qué he hecho y hacia dónde voy.
Recibir el correo diciendo que había pasado a la Pre-Admisión fue una de las mejores noticias que pude recibir, pero sentarme en la mesa con mi squad, definitivamente fue uno de mis momentos favoritos.
Aunque estábamos en squads, trabajaríamos un proyecto en duplas, así que nos auto organizamos para hacer parejas y empezó lo bueno: debíamos crear una página con HTML, CSS y JS que ofreciera opciones múltiples y sumara una puntuación. Durante dos días y medio trabajamos sin parar hasta obtener un resultado que si bien no era importante el producto final, el punto era absorber y aplicar los conocimientos.
Debo decir que fue una semana increíble, llena de adrenalina, impotencia, felicidad, frustración, interrogantes, pero sobre todo de solidaridad y orgullo.
Recuerdo perfectamente el penúltimo día al ver el trabajo de todas las compañeras y sentir esa plenitud y fortaleza de poder decir no se si vaya a lograr entrar al Bootcamp, pero saber que he hecho esto en una semana con cero conocimientos previos, es una satisfacción indescriptible.
La otra sensación que me gustaría rescatar de esta experiencia es la sororidad.
Tuve la fortuna de estar en un squad maravilloso en el que todas aprendimos a ayudarnos y apoyarnos, pero además estar en ese salón lleno de mujeres increíbles, me hizo recobrar sentimientos que había perdido tras años de recorrer el camino casa-trabajo-casa y luchar cada día (literal) por entrar al vagón reservado del metro, y deseo mucho no volverlo a perder: empatía, respeto, admiración, unión.
Hoy, mientras escribo estas líneas y pienso en mi proceso de admisión, puedo sentir mucha fuerza, recordar la importancia de mirar hacia adelante, de avanzar con mentalidad de crecimiento y tener siempre esta palabra presente: AÚN.