Hace unos meses participé de un encuentro de egresadas de Laboratoria en la Ciudad de México. Conversando con un grupo de ellas, les pregunté cómo habían sido esos primeros meses en el mundo real como desarrolladoras. La respuesta fue unánime y directa: durísimos. Todas estaban en su primer trabajo en el sector de tecnología. Todas venían de un bootcamp de seis meses, con cada vez más conciencia de la infinidad que aún les queda por aprender. Algunas se enfrentaron a equipos donde por ser mujeres, todavía son una marcada minoría. Otras, a culturas de trabajo que cuestionan sus posibilidades por el simple hecho de no tener un título universitario en el currículum.
Conforme avanzó la conversación, pasé de cuestionarme si está bien que preparemos a mujeres para entrar a ese mundo laboral tan duro, a llenarme de orgullo al recordar que en realidad están mejor preparadas que muchos para enfrentarlo.
- “No conocía el stack pero me organicé para hacer un proyecto de aprendizaje con mis compañeros, avancé mucho y hoy ya he liderado algunos proyectos en mi equipo”.
- “Yo hablé con mi líder de las oportunidades de mejora que ví y logré que encontrásemos una mejor forma de trabajar juntos”.
- “A pesar de los retos, estoy tranquila porque tengo la confianza que no hay nada que no pueda aprender si me dedico”.
Estas son algunas de las cosas que escuché de ellas esa noche. Me compartieron cómo con profesionalismo, confianza, y una mentalidad de crecimiento, cada una ha ido superando los retos en su camino. Esto es posible gracias a su talento y dedicación, pero me hace feliz saber que también es el reflejo de una semilla que plantamos en Laboratoria para formar a mujeres que se adueñen de su aprendizaje, y que logren cultivar la motivación y habilidad para aprender durante toda la vida.
El nacimiento de nuestra propuesta educativa
Algunos años atrás, antes de comenzar Laboratoria, mis socios y yo teníamos una agencia de desarrollo web. Con ella aprendimos de primera mano que el mercado de tecnología era altamente cambiante, tal vez más que ningún otro en ese momento. Nuestro trabajo, más que seguir instrucciones o procesos, se basaba en resolver problemas colaborativamente. Tanto las necesidades de nuestros clientes como las herramientas para resolverlas cambiaban continuamente, dejándonos en un terreno de alta incertidumbre. Dado este contexto, rápidamente nos dimos cuenta que necesitábamos un tipo de talento que pudiese aprender todo el tiempo no sólo nuevo contenido, pero también nuevas formas de hacer las cosas.
Tras esta experiencia, cuando decidimos comenzar un bootcamp para mujeres que contribuyese a cerrar la enorme brecha de talento y género en el sector, nos trazamos como norte crear una experiencia de aprendizaje que además de construir las habilidades para comenzar una carrera como desarrolladoras front-end o diseñadoras de experiencia de usuario, lograse que cada estudiante realmente se conozco a sí misma, y desarrolle la capacidad de aprender cualquier habilidad nueva con esfuerzo y la estrategia adecuada.
En el camino de hacer esta visión realidad hemos pasado de un foco en “enseñar” a uno en “aprender”, con habilidades como la autogestión y el trabajo en equipo en el centro de nuestra propuesta. Dejamos de tener profesores, notas estándares y clases, para tener coaches, retroalimentación y proyectos desafiantes a los que cada estudiante pueda responder a su ritmo y utilizando las herramientas que ella elija. Con mucho esfuerzo y caídas, y luchando contra nuestros propios paradigmas construidos a lo largo de años, hemos ido creando un entorno que logra que cada estudiante sea la protagonista de su proceso de aprendizaje, no sólo durante nuestro programa, pero también en el mundo real al que se enfrentan después.
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Mariana Costa, CEO de Laboratoria reflexiona sobre los bootcamps en América Latina y nos cuenta sobre el origen y el futuro de Laboratoria
El crecimiento de los bootcamps y nuevas maneras de aprender
Todo esto lo hacemos durante un bootcamp de seis meses. Es enormemente retador, pero es el máximo tiempo que sentimos nuestras estudiantes pueden pasar sin trabajar, dedicándose a aprender a tiempo completo. Hace unos años, pensar que una egresada de un programa de seis meses podría competir con un egresado universitario por un trabajo bien remunerado en el sector de tecnología era difícil de creer. Hoy esto no sólo es una realidad, si no que han surgido muchas más propuestas educativas que apuestan por perseguir esta oportunidad y crear nuevas formas de preparar al talento para el mercado laboral de hoy y de mañana.
Es en este contexto que hemos visto un enorme crecimiento en la presencia de bootcamps en la región. Entre iniciativas locales y las traídas de otras regiones, ya son decenas de bootcamps que buscan contribuir a cerrar la brecha de talento en tecnología, pero, además, hacer frente a algunos de los principales retos de la oferta educativa más tradicional. Los bootcamps, por ejemplo, buscan la construcción de habilidades para el trabajo por sobre la obtención de un título. ¿Cuál es el valor real de éstos últimos por si solos si la formación es deficiente en calidad y pertinencia, y no resulta en mejores empleos? Apuestan, además, por preparar a personas para el trabajo en meses en lugar de años. Si el mundo laboral cambia de manera tan recurrente, ¿tiene sentido comenzar por 5 años, o será mejor tener múltiples espacios de seis meses a lo largo de la vida?
A pesar de todos sus aportes y tras haber vivido el nacimiento y crecimiento del sector, hoy también tengo claro que los bootcamps por si solos no son la solución a todos nuestros problemas. De hecho, si no mantenienen la calidad y pertinencia en su centro, nada les previene de sufrir el mismo destino que otras innovaciones educativas que no han cumplido su promesa. A lo largo de estos años en Laboratoria hemos aprendido que más allá del tiempo y el formato, el reto hoy es preparar al talento de América Latina para un futuro laboral impredecible y cambiante, que demandará la construcción de nuevas habilidades todos los días. Para lograr esto, la pieza más importante es transformar nuestra cultura de aprendizaje para que no tenga principio y fin. Sea en bootcamps, universidades o empresas, debemos cultivar una práctica de aprendizaje continuo que nos permita adaptarnos a un mundo laboral donde el cambio es la constante.
La oportunidad para América Latina
En Laboratoria estamos convencidas que la creciente economía digital puede ser una fuente de oportunidades para millones de personas en América Latina, pero para lograrlo, es inminente preparar al talento no sólo con las habilidades técnicas pero también con la mentalidad adecuada para surgir en este entorno. Para contribuir a este reto, en Laboratoria hemos empezado a ir más allá de nuestro bootcamp, trabajando con empresas y organizaciones líderes en la región para construir culturas de aprendizaje que les permitan potenciar todo su talento. Tenemos, además, la suerte de poder colaborar con el BID en esta emocionante tarea, trascendental para nuestro futuro.
Artículo originalmente publicado en Punto sobre la I, el blog del BID.