El COVID-19 ha cambiado a las empresas súbitamente sin permitirles a muchas desarrollar a tiempo planes de acción para mitigar problemas. El cambio ha sido tan drástico que muchas personas han tenido que aprender a trabajar en línea en el camino, sin tener experiencia previa, o un entrenamiento que facilite el proceso.
En este camino hemos visto como las video conferencias y la mensajería se han convertido en las herramientas que nos ayudan a trabajar de manera remota, generando nuevas interacciones entre los líderes, colaboradores y clientes. El desarrollo del virus en el mundo parece indicar que este no será un estado momentáneo, sino más bien el “nuevo normal” de cómo trabajaremos, así que es clave adaptarnos a este cambio.
Esta nueva realidad está evidenciándose qué cosas son fundamentales para poder trabajar sin estar presentes físicamente. Entre ellas están las relaciones interpersonales entre colaboradores. Cosas cómo la comunicación transparente, la empatía, conocer las fortalezas y debilidades de cada miembro del equipo para articularse bien en el trabajo, hoy más que nunca son parte de la formula que desarrolla equipos ganadores, y organizaciones exitosas.
Si hay una cultura organizacional que responde las necesidades del negocio, y además es empática con las y los colaboradores, hay más posibilidades de tener equipos consolidados que resuelven problemas, trabajan mejor con la incertidumbre, y tienen más apertura para adaptarse a los cambios.
En este momento deberíamos considerar mecanismos que ayuden a transferir esa magia de conocernos personalmente al canal de comunicación remoto. Es vital esforzarnos por replicar e incluir de alguna manera esas conversaciones de pasillo, risas, preguntas personales, o actividades de integración que humanizan el empleo. Hoy más que nunca necesitamos conocernos para sentirnos cerca, y acompañados en esta transición compleja que vivimos.
No olvidemos que el mayor activo de una empresa son las personas, y su potencial para navegar ante lo desconocido.