Históricamente las mujeres han sido quienes se han visto mayormente afectadas al momento de ingresar al mercado laboral, situación que se acentuó aún más con la llegada de la pandemia por Covid-19 que provocó un retraso de 10 años de inserción laboral femenina. Así lo confirma el boletín estadístico “Género y empleo: impacto de la crisis económica por COVID-19”, elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) donde señala que durante la pandemia de COVID-19, las ramas de actividad económica donde se observa una mayor ocupación femenina fueron las más perjudicadas.
La realidad laboral de las mujeres, en casi toda la región, tiene una diferencia abismante comparada con la participación masculina. Evidencia de esto, es que solo el 52% de las mujeres en Latinoamérica es parte de la fuerza de trabajo, mientras que el 76% de los hombres está dentro de la población activa, según el Fondo Económico Mundial.
Una de las barreras determinantes de la baja inclusión de las mujeres en la fuerza laboral -y en particular en el sector de la tecnología-, es la falta de equidad en el reparto de las tareas domésticas para el acceso y crecimiento en el trabajo.
“En toda la región de América Latina, las mujeres dedican en promedio 34.5 horas a la semana a estas actividades, casi tres veces más que los hombres. En Chile, este tiempo promedio supera las 40 horas: es un trabajo de tiempo completo que obstaculiza el crecimiento profesional. El tiempo que pueden dedicar las mujeres a invertir en su crecimiento profesional es menor que los hombres y por ende se ven perjudicadas”, enfatiza la directora de Alianzas de Laboratoria, Lucille Baratier.
Ante este escenario, la gerenta de marketing de Laborum, María Jesús García Huidobro asegura que...
“Durante la crisis vimos cómo Chile sigue teniendo roles diferenciados para hombres y mujeres. La mayor parte de la carga de tareas domésticas, cuidados no remunerados y educación fue destinada para las mujeres; mientras que los hombres siguieron cumpliendo su rol de proveedores. El aumento de responsabilidades de cuidados con el cierre de escuelas y jardines, así como la suspensión de servicios de cuidados de personas enfermas, mayores y con discapacidades, nos mostró lo críticas que son estas labores para impedir que las mujeres puedan desarrollarse profesionalmente y obligarse a salir del mercado laboral”, asegura.
Por su parte, las empresas cumplen un rol fundamental a la hora de otorgar oportunidades a las mujeres para que se integren al mercado laboral, junto con entender la realidad que vive cada persona. Es por ello que según mujeres líderes empresarias, entender la realidad que vive cada una de ellas es fundamental para acortar la brecha existente.
“Hay una deuda que Chile mantiene con las mujeres, que no solo engloba lo que es la equidad de género, sino también lo relacionado con las facilidades en la crianza. Si bien es cierto que en nuestro país tenemos leyes que nos protegen y hay programas como el de Sala Cuna que facilitan la maternidad en una etapa inicial, también es importante que las empresas avancen con políticas corporativas que aseguren un acompañamiento más flexible en la maternidad mucho después del nacimiento para que la mujer no renuncie en su vida profesional, a través de programas que permitan compatibilizar ambas labores”, agrega Valverde.
En esta línea, la Líder de Carrera en Mercer Chile, Agustina Bellido, considera que para lograr una exitosa inserción laboral femenina.
“Lo primero es diagnosticar cuál es la situación de las mujeres dentro de la organización. Censar los diferentes aspectos de su vida personal. Es muy necesario, y las organizaciones han fallado en estos momentos de virtualidad, es tener conversaciones francas. Tener líderes que se acerquen y estén dispuestos a escuchar situaciones particulares, como a quiénes debe cuidar esa mujer, cómo se hace cargo de su familia, etc.”