El talento está en todos los lugares, hay mujeres motivadas y poderosas en todos lados, solo hay que encontrarlas y presentarles la oportunidad.
Soy América Olivares pero todos me dicen Domi, porque mi segundo nombre es Dominique; en realidad nadie me llama por mi primer nombre, es rarísimo si alguien me dice América. De los 33 años que tengo, 28 los he vivido en Maipú, casi llegando al centro, por el paradero 14 ½ así que, realmente, soy parte de la comuna y ella de mí. También soy desarrolladora Front-End, egresada de la 5ta generación de Laboratoria en Santiago de Chile, y hoy en día soy parte de la formación de nuevas generaciones de mujeres en tecnología porque soy JavaScript Coach de Laboratoria.
Fuente: Laboratoria
Antes de mudarme a Maipú, vivía por Av. Matta, en un cité. Aunque era muy chica, tengo recuerdos muy claros de esa época: era un lugar muy húmedo y sin ventanas, así que mis papás hicieron todo lo posible para que, junto con mi hermana menor, nos mudáramos pronto. Cuando llegamos a Maipú, todo nos parecía maravilloso: casa nueva, amigos nuevos, colegio nuevo, y recuerdo que, como nuestra casa estaba al final del barrio, al lado teníamos una chacra, que aunque no era de nuestra casa, podíamos ir ahí a jugar los fines de semana. Ahora no, ahora ya todo está urbanizado, no es la misma comuna, y siento que hemos crecido juntas.
Cuando chica me imaginaba siendo bibliotecaria, me gustan mucho los libros: un verano me leí como 100 libros que tenía mi tía en su biblioteca, así que eso era lo que quería hacer, perderme en esos libros y cuidarlos; sin embargo luego del colegio no tenía idea de qué ser, porque sabía que lo de bibliotecaria no era muy viable. Otra cosa que me gusta es el arte, pero todos sabemos que, aquí en Chile al menos, no es muy rentable ser artista, no es algo que pudiera hacer y vivir tranquila. Además después me di cuenta de que me gusta hacer arte por desestresarme, por inspirarme, así que lo descarte como trabajo.
Al salir del 4to medio, entre al bachillerato y ahí me fui por la parte humanista, aunque seguía sin tener algo que me gustara lo suficiente como para dedicarme a eso. Al terminar el bachillerato, decidí estudiar Diseño Gráfico por su parte artística, y egrese de la Universidad de Chile en el 2014.
Expectativa VS. Realidad
Yo estudié una carrera de 5 años, que encuentro, se puede sacar en menos tiempo, por lo menos en 3. Cuando yo estudiaba solo había UN ramo de tecnología, y tenía una compañera que era sequísima en eso de diseñar páginas web, y nunca iba a la clase, ella me decía: “esto no está actualizado, ya nadie ocupa ese programa, si esto te interesa tienes que aprender por tu cuenta”.
Mientras estudiaba hice la práctica en una agencia de diseño, fue una buena experiencia, pude aprender mucho del negocio, pero sentía que mi trabajo no era valorado económicamente, hubo días en los que iba en la micro y pensaba: “¿Realmente vale la pena pegarme este pique?” De Maipú a Ñuñoa, igual es largo… así que me cuestionaba mucho eso, yo entiendo que no estaba titulada, pero igual mi sueldo era mucho menos del mínimo, y aunque el ambiente era bacán, si influye el hecho de tu remuneración y cuánto estás ganando.
Profesional que no ejerce: una historia común
Después de egresar busque pega en mi área, pero realmente hay diseñadores en abundancia, pocas vacantes y cuando las encuentras, te das cuenta que lo que piden las empresas es que seas como un jugador de fútbol que es arquero, defensa, delantero, todo al mismo tiempo. De ser diseñadora me gusta el proceso de crear, pero el campo laboral es decepcionante.
Entonces te toca buscar trabajo en otras cosas que no son de tu profesión fui: cajera de metro y recepcionista en una clínica… Durante el tiempo que no ejercí pero trabajaba, ahorre mucho porque yo tenía claro que quería seguir formándome, quería hacer algo en informática porque sentía que ahí estaba lo nuevo, el presente y futuro, así que me fui preparando para que, cuando llegara el momento y encontrara algo que pudiera estudiar y pagar, poder estar lista.
Así encontré un anuncio en Facebook sobre “Laboratoria”, al principio dudé, me imaginé que podía ser una estafa, una especie de curso que me iba a prometer todo y al final solo se iba a llevar mis lucas; nada más distinto de eso. Investigué, hablé con mis padres, y aunque mi mamá estaba escéptica, mi papá me dijo: “Ya, ¿Qué es lo que puedes perder?”, y yo me dije a mi misma: ¡Vamos a hacerlo! Una vez que aplique empecé a disfrutar cada etapa, cada correo, cada examen, la entrevista, todo… lo viví feliz, como diciéndome: “disfruta este momento y da un paso a la vez”.
Entrar y luego vivir Laboratoria como estudiante fue un proceso super constructivo. Desde el colegio a la universidad, te enseñan de una manera, y entonces llegas al bootcamp y te encuentras con los “sprints”, trabajando con gente muy distinta a ti. Por ejemplo: en la educación tradicional uno está acostumbrado a hacer los trabajos con los amigos, con la gente con la que te llevas, en Laboratoria no, así que replicas lo que es trabajar en una empresa, estar realmente en el campo. Durante el bootcamp hubo muchos momentos desafiantes
Dos de los puntos más importantes de mi vida han sido entrar a la universidad: y entender que ahora tu eres quien te haces cargo de ti mismo; y entrar en Laboratoria, con todo lo que eso ha implicado: clases, metodología de aprendizaje, hackatones, compañeras, todo, lo hacen un punto determinante.
Una vez que terminamos, inicié mi proceso de búsqueda de trabajo, recuerdo que en esas primeras entrevistas yo estaba nerviosa, y el equipo de Laboratoria no sólo me enseño a codear, sino que también me orientaron con tips para ser mejor en las entrevistas. Uno está acostumbrado a responder lo que le preguntan y a ser más como robot, y no, realmente no tiene porqué ser así; al contrario hay que hacer saber que puedes relacionarte.
Fuente: Laboratoria
Formando a nuevas generaciones de mujeres en Tech
Tuve dos experiencias trabajando en empresas tecnológicas, y luego me llegó una propuesta que me sorprendió pero me llenó de motivación: ser coach en Laboratoria, y enseñar lo que yo había aprendido. Ha sido una oportunidad que me ha planteado nuevos desafíos, porque yo me pregunté a mí misma: “¿Seré pedagógicamente buena en esto?”, porque una cosa es ser desarrolladora y otra cosa es enseñar a ser desarrolladora y el pensamiento que uno adquiere.
Pero estar aquí me motiva, me siento responsable de las estudiantes cada vez que le estoy explicando a alguna, pienso y me esfuerzo por hacerme entender, y no importa la cantidad de veces y las maneras distintas para plantear las cosas, al final siempre lo logramos, juntas. Uno como estudiante tiene mucha ilusión de lo que esto puede significar en tu vida, ellas apuestan por estar aquí y yo quiero poner mi grano de arena para que ellas ganen el máximo posible en esta apuesta.
¿Quieres transformar tu vida como Domi?