La revolución industrial de 1760 cambió la base de la economía que dependía de la producción agrícola y artesanal por el desarrollo industrial. Esta transformación hizo que la educación se estandarice, imitando un proceso productivo donde prevalece la disciplina, el orden, la repetición y las calificaciones, ayudando a establecer una diferencia entre los exitosos y los no-exitosos. Bajo este contexto, las grandes corporaciones aparecieron y crecieron para convertirse en el motor de la economía global.
En 1969, dos siglos más tarde, se estableció la primera conexión entre computadoras en el proyecto ARPANET en California, EEUU. Y, a mediados de la década de los 90s, el mundo occidental conoció lo que hoy llamamos Internet que, para el 2015, contaba con un tercio de la población conectada. Aparecieron los bootcamps con una educación corta y práctica para el trabajo y se consolidaron emprendimientos tecnológicos que adquirieron millones de usuarios, desplazando a grandes corporaciones líderes del mercado mundial.
Las computadoras y el Internet generaron un cambio radical en poco tiempo, aprovechado por emprendedores que decidieron dejar sus estudios universitarios o su carrera corporativa a un lado para crear soluciones e invenciones guiadas por la información que otros publican en el Internet, la cual usan para experimentar con nuevos modelos. Su obsesión fue entender los problemas de sus clientes para desarrollar experiencias personalizadas que los retengan.
Muchas empresas tradicionales dejaron de ser competitivas ante esta nueva condición global, ya que sus sistemas de trabajo estaban estructurados para la era industrial. Estos sistemas crearon parámetros para definir cuál es la “mejor” educación, el perfil “más adecuado” para los negocios y el estilo de liderazgo que “debemos tener”, condiciones que continúan hasta hoy.
Sin embargo, en este modelo existe un talento que no encaja en los procesos tradicionales de selección y promoción de personal, ya que está normalmente oculto y posiblemente mal utilizado. Es aquí cuando las empresas necesitan transformarse para acceder a personas diversas que no vengan de los lugares de donde siempre reclutan. Al final, la era digital en la que vivimos ayuda a conectar el potencial de las personas con la información que necesitan para descubrir lo nuevo.
Adaptemos a las empresas a la era digital en el que vivimos, aprovechando más a las personas y su potencial para hacer a nuestros negocios más exitosos.
¿Quieres descubrir el talento Laboratorian?