Estas vacaciones, por recomendación de varixs Laboratorians, leí The End of Average. Para quienes trabajamos en temas de aprendizaje, talento, o simplemente cuestionamos algunos de los supuestos detrás de nuestros sistemas hoy, es una gran lectura.

Fuente: Amazon

Vivimos en un mundo educativo y laboral diseñado para el ‘promedio’, sin embargo, el promedio realmente no existe. ¿Por qué?

Primero, porque nuestras habilidades son multidimensionales. Son diversas y no necesariamente correlacionan las unas con las otras. Ser catalogados de ‘buenos’ o ‘malos’ estudiantes en base a si estamos por encima o por debajo de un promedio genérico ignora la complejidad que nos hace únicos. Peor aún, nos cataloga y empieza a abrirnos o cerrarnos oportunidades en la vida desde muy pequeños. Yo misma fui “mala” estudiante por algunos años en el colegio, llevando esa etiqueta y sus consecuencias (un sistema que cree que no puedes, profesores que apuestan menos por ti, y a veces tú misma creer que el camino de “mala” estudiante es tu destino).

Segundo, porque cómo actuamos es siempre una combinación de nuestras características propias y el contexto particular en el que estamos. Sólo la interacción entre ambos puede explicar nuestras acciones. No somos siempre de un modo o de otro — todo depende del contexto en el que nos encontramos. Por eso, por ejemplo, en algunas iniciativas y equipos brillamos, y en otros estamos lejos de hacerlo. Entender esto es clave para propiciar las condiciones que permitan a cada individuo alcanzar su potencial.

Finalmente, porque hay muchos caminos y maneras de llegar a una meta. No hay un solo camino correcto para aprender, para adquirir nuevas habilidades o hacer una gran carrera. Llegar más rápido no necesariamente es mejor, y el tiempo y camino adecuado para cada una depende enteramente de quienes somos.

¿Es posible diseñar entornos educativos y laborales que respondan a la individualidad de cada persona? ¿Sistemas que realmente maximicen el talento de cada una al dar espacio a nuestros tiempos de aprendizaje, nuestros intereses particulares, nuestra complejidad?

No es fácil pero sí posible, y sobretodo, fundamental si queremos un mundo más inclusivo. El talento no es algo fijo, es algo que se construye si tenemos el entorno adecuado. En Laboratoria lo vemos todos los días. Talento en empresas que no alcanza su potencial por tener un entorno que responde a un promedio al que no se parecen. Historias y experiencias de mujeres que comparadas a la candidata ‘estándar’ no cumplen todos los checks para tener tales salarios o tales puestos, pero que en el entorno adecuado, desarrollan todo su potencial y demuestran que esos requerimientos estándares hacen cada vez menos sentido.

El reto de expandir esta visión es enorme y emocionante. Empezamos con fuerza el 2020 junto a cientos de mujeres y empresas para trabajar en ello!