Artículo originalmente publicado en Forbes México.
Es un hecho que una de las áreas donde hay mayor desigualdad de género es en el sector de la tecnología. Pero me parece que pocas veces se aborda esta problemática desde la perspectiva de las empresas. Al ponernos también en el lugar de las empresas, podremos determinar globalmente cómo afecta esta situación a las organizaciones y evidenciar los beneficios que puede traer al favorecer la inclusión.
En los últimos 15 años se han visto una gran cantidad de cambios que han consolidado la economía digital, revolucionando los requerimientos que las empresas necesitan de su fuerza laboral. La automatización ha hecho que miles de trabajos sean reemplazados por sistemas digitales pero, por otro lado, ha surgido la necesidad de profesionales con nuevas habilidades para imaginar, programar, implementar y liderar el uso de dichas tecnologías.
Es más, la pandemia de Covid-19 ha exacerbado la necesidad de especialistas que apoyen la implementación de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en el contexto del confinamiento, ya que la mayoría de las interacciones personales y laborales se han vuelto remotas. Pero esta necesidad ya lleva varios años de no ser satisfecha al mismo ritmo de la demanda y, sobretodo, las mujeres son las que se han quedado particularmente rezagadas en esta industria. A nivel global, apenas el 25% de quienes trabajan en el sector de las TIC son mujeres de acuerdo a un estudio de ONU Mujeres. Adicionalmente, en la región de América Latina, las mujeres sólo constituyen en promedio el 32% de las estudiantes y graduadas de carreras en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés) pero de estas, menos del 10% logra emplearse en esta industria (UNESCO).
Pero buscar la equidad de género en este sector no solo es cuestión de hacer lo ético y responder a la justa causa de la lucha de las mujeres por mejores oportunidades laborales. Existen también razones económicas muy fuertes para buscar su participación. De acuerdo al mismo estudio de ONU Mujeres, la falta de participación femenina en la innovación tecnológica provoca la pérdida de billones de dólares en la economía mundial y si se reduce esta brecha se aumentaría en un 4% el producto interno bruto de los países en América Latina y el Caribe.
Esta realidad se puede ver de una manera más concreta en los requerimientos laborales que la nueva economía digital de la región necesita para poder competir a nivel global. Se estima que en la región se necesitarán más de un millón de desarrolladores de software en los próximos tres años adicionalmente, estas tecnologías son un gran aliado para la recuperación económica de América Latina después de la crisis provocada por la Covid-19 ya que generan mayores oportunidades de empleo y de inclusión para las mujeres.
Esto representa una oportunidad enorme para las empresas y organizaciones ya que se ha identificado que la ausencia de mujeres en las compañías tiene repercusiones que reducen su competitividad desde distintos puntos de vista, pero el que destacaremos será el económico. Diversos estudios confirman que la presencia de las mujeres trae beneficios económicos: un estudio hecho por Laboratoria con BID Lab muestra que las compañías que tienen más del 40% de mujeres en sus equipos ejecutivos tienen 21% más probabilidades de mostrar rendimiento sobresaliente en sus respectivas industrias en comparación con aquellas que tienen menos de 5% de mujeres en puestos ejecutivos. En cambio, las compañías que tienen equipos con menor diversidad de género y origen cultural tienen 33% peores resultados de rentabilidad esperada que las que tienen mayor diversidad.
Otro aspecto no menos importante es que la participación femenina incrementa la innovación en productos y servicios, particularmente en el desarrollo de software y el diseño de productos tecnológicos y digitales. Adicionalmente, las compañías con mayor equidad de género tienden a tener liderazgos colaborativos, mayor compromiso con la organización y un mejor ejercicio de autonomía en sus actividades. Concretamente, las compañías que crean un ambiente laboral con condiciones más favorables tienen un margen de ganancias del 17%, en comparación con el 13% que alcanzan las que no favorecen dichas condiciones, según este mismo estudio de Laboratoria y BID Lab.
En definitiva, se puede llegar a la conclusión que las empresas que están comprometidas por tener un equipo de colaboradores diversos y equitativos tienden a presentar grandes beneficios económicos, organizacionales y creativos. Esa fórmula no solo es importante hoy, sino que será cada vez más imprescindible en un mundo digital que cambia tan rápido y que requiere cada vez más de habilidades diferentes para el siglo XXI. Las empresas que logren interiorizar esa perspectiva y hacer cambios profundos en sus estructuras y cultura para lograr mayor diversidad de género y una verdadera inclusión son las que sobrevivirán y triunfarán.