Mi primer día en Laboratoria fue el 13 de marzo (Viernes ¿coincidencia?) en el Open House de la generación 011 de la sede de Santiago de Chile, último evento presencial de Laboratoria.
El evento fue cercano al arribo del primer caso de Coronavirus en Chile. Afortunadamente no hubo ningún contagiado y pude “conocer” al equipo (compartir con ellos en presencial) y presenciar un evento de empleabilidad clave para las estudiantes de nuestro bootcamp. Luego, me fui a mi casa. El lunes era mi primer día de trabajo en un lugar que siempre había querido trabajar: estaba nervioso, feliz, ansioso. Sin embargo, el domingo recibí un llamado de Matías, mi líder directo, diciendo que no nos encontraríamos el lunes a las 9 en la oficina, sino que nos quedaríamos en la casa. Laboratoria se iba a remoto.
En un principio no lo tomé como algo grave. Pensé: “será una cosa de semanas, o un mes máximo”. Entré a trabajar con un millón de preguntas igual que un novato cualquiera, y le tuve que sumar las dudas de la nueva forma de trabajo, ya que nadie sabía bien cómo era esto del trabajo a distancia.
Pasaron las semanas, los meses y la cosa no mejoraba. Ahí vino la peor época: la situación en Chile con los contagios estaba muy dura, lo que llevó a las autoridades a declarar cuarentena total por un buen tiempo. La incertidumbre afectaba el estado de ánimo de todos, yo todavía me sentía muy nuevo y seguía con un millón de preguntas, las cuales a veces demoraban en ser resueltas. En resumen, incertidumbre.
Ser un talento nuevo en una empresa es una montaña rusa de emociones. Aparte de no conocer a las personas, ni la cultura de trabajo de la empresa a la que ingresas, recién estás iniciando una carrera profesional, por lo que las dudas, temores, inseguridades son aún mayores. Sumarle a esto el hecho de trabajar en pandemia, en un contexto nunca antes visto por nuestras generaciones, me hizo pensar en todos los retos que tenemos que afrontar los talentos jóvenes, y que no siempre tenemos un equipo que nos apoya y guía.
Es aquí donde entra en juego la cultura organizacional de la empresa y las oportunidades que le da al talento joven de poder navegar y abrazar la incertidumbre, fomentando el aprendizaje en cada momento, sacando de cada crisis una oportunidad.
Luego de un año de trabajo remoto y ser el “nuevo” en el equipo, de pasar por varias emociones en el proceso y aceptar que esta sería la nueva forma de trabajo, puedo compartir con ustedes algunas reflexiones y aprendizajes sobre el talento joven y las empresas en tiempos remotos y pandemias:
Como todo en la vida, el crecimiento profesional es un proceso. Toma su tiempo y puede verse afectado de manera positiva o negativa de situaciones excepcionales como la que vivimos ahora. Lo importante es cómo las empresas facilitan el desarrollo de las habilidades de su talento joven, ofreciéndoles un espacio de trabajo apto para el crecimiento, a pesar de las adversidades.