Viernes 2 de septiembre de 2022, 14:00 (hora de la región de Magallanes y la Antártica Chilena). El vuelo despega del aeropuerto de Puerto Natales y 8 de los 10 seleccionados entre 1010 postulantes al intensivo de programación de Fintual: la FIN, volamos a Santiago. Vamos con Manuel, nuestro líder pedagógico. El día está nublado y no se logra apreciar el hermoso paisaje patagónico que pude ver cuando tomé este mismo vuelo hace 5 meses (casualmente en marzo fui a celebrar mi cumpleaños subiendo a la base de las Torres del Paine). He tomado muchos aviones en lo que va del año, lo que me hace pensar en la locura que ha sido el 2022 para mi vida.
Hay mucha diversidad en el grupo de los seleccionados a la FIN: etaria, geográfica, de formación de base y de experiencia laboral. La mayoría de mis compañeros estudió ingeniería, mientras yo vengo de un mundo totalmente diferente: soy historiadora y guitarrista clásica. Me “reconvertí” al mundo tech recién el 2020, en plena pandemia. Luego de años de trabajar en archivos, bibliotecas, museos y un consulado, decidí que necesitaba refrescar mi camino personal y profesional, incluso si eso significaba empezar desde cero. Estudié en Laboratoria, un bootcamp intensivo de seis meses con foco en que más mujeres entren en el rubro tecnológico, y a las dos semanas de graduarme conseguí mi primer trabajo tech en Polux, una startup chilena dedicada a crear software para reclutamiento y selección de recursos humanos.
En septiembre de 2021 decidí convertirme en digital nomad o nómada digital. Un digital nomad es una persona que trabaja de forma remota mientras viaja, por lo cual sólo necesita un computador con batería y una buena conexión a internet: el mundo es su oficina. En este año mis “oficinas” han sido muy variadas, desde casas de amigos en Lima y Ciudad de México, a un cowork space en plena Quinta Avenida de Nueva York, pasando por cafeterías, bibliotecas e incluso las salas de espera de muchos aeropuertos. Trabajar de forma remota en la startup, seguir aprendiendo de tecnología y vivir viajando era lo que hacía y pensaba seguir haciendo, hasta que de pronto surgió algo inesperado.
Jueves 29 de abril de 2022, 02:00 (hora boliviana). Estoy con mi papá en el Aeropuerto Internacional de El Alto, en Bolivia, esperando el vuelo que nos llevará a Miami luego de una corta escala en Bogotá. Aprovecho para revisar algunos pendientes y de pronto veo un post en LinkedIn con la convocatoria a un curso intensivo de programación (la FIN, o Fintual Intensivo Natales) que se hará en Puerto Natales de agosto a noviembre.
Lo organiza Fintual, una empresa chilena de la que soy cliente desde el 2020 y en la que he soñado trabajar alguna vez. El post indica que la FIN es ideal «para quienes se aburrieron de la consultoría, del banco y de la empresa tradicional, y para quienes quieren perfeccionar su nivel de programación». Pienso que aunque yo vengo de un mundo totalmente diferente, ya llevo casi un año trabajando en tech, por lo que no estoy segura si encajo en el perfil que busca la FIN, pero como me gusta postular a toda oportunidad que veo, me dejo un recordatorio para completar el formulario una vez que esté instalada en Miami.
Lo hago y una semana después, mientras estoy en Washington DC, recibo un correo de confirmación, indicando las etapas que seguirán: una prueba técnica online y luego una hackatón presencial en la oficina de Fintual, en Santiago de Chile. Dudo un poco al leer lo último, pues mi idea al venir al hemisferio norte es quedarme nomadeando por este lado del mundo por lo menos 3 meses, así que ir a Chile por unos días no está en mis planes. Sin embargo, pienso que puedo hacer la prueba online y después ver qué pasa.
Sábado 14 de mayo de 2022, 11:00 (hora de Nueva York). Estoy en mi Airbnb en Washington Heights, al norte de Manhattan. Quería aprovechar el sábado para salir a pasear por la ciudad con mi papá, que me acompañará en este viaje por unos días más (él también está trabajando remoto estos días, apañándome en mi nomadeo), pero le conté que tenía una reunión que probablemente se alargaría. Él, siempre comprensivo, organizó una junta con sus amigos y me dijo que lo llame cuando termine.
Así que me conecto al Zoom junto a más de 300 personas que quieren saber más de la FIN y tienen muchas dudas: desde si podrían llevar a sus mascotas en caso de ser seleccionados, hasta si el curso es compatible con trabajar remoto a medio tiempo. Indican que la hackatón presencial se hará en las oficinas de Santiago y de Ciudad de México, por lo que pregunto si, en caso de pasar a la siguiente etapa, puedo ir a México aunque sea chilena, y me responden que sí. Pienso que al menos es más cerca que volar hasta Chile, así que empiezo con la prueba técnica.
Al principio, disfruto de las preguntas sobre personalidad y camino de vida, donde puedo contar cosas como que tengo 3 nacionalidades: peruana, boliviana y chilena (sí, esas 3, aunque suene hasta gracioso), o que una vez me fui sola a recorrer Sudáfrica por un mes (de las cosas más locas y más gratificantes que he hecho en la vida).
Luego viene la parte realmente técnica, donde hay que entender y escribir código, y ahí empiezo a sufrir. Al inicio, todo es chino, (aunque sé un poco de chino 😁), pero hago el intento de leer, googlear y codear. Pasan las horas y a eso de las 4 mi papá me llama para preguntarme si sigo trabajando. Le digo que sí, que la prueba está difícil pero como ya llegué a este punto, prefiero terminarla y enviarla en vez de quedar con la duda del what if?. Termino enviándola casi a las 6 y salgo a encontrarme con mi papá en Midtown Manhattan.
Lunes 23 de mayo de 2022, 17:00 (hora de Nueva Jersey). Mi papá se fue el miércoles pasado y yo me quedé en Nueva York unos días más. Estoy a la espera de los resultados de la prueba técnica, por lo que anoche vine a pasar unos días a la casa de unos buenos amigos, a una hora de NYC. Mi próximo destino nómada depende de lo que me diga Fintual y le doy vueltas al hecho que tal vez pude haber respondido mejor la prueba, pero bueno, ya está hecho. De pronto, recibo un mensaje que dice «¡Felicitaciones Cecilia! Pasaste a la hackatón». Hablo con Valentín, el belga de Fintual, y confirmo con él que puedo ir a la siguiente etapa en Ciudad de México este sábado, es decir, en menos de 5 días.
Busco pasajes y decido que no iré a México sólo por un par de días, así que el vuelo será sólo de ida. Esta es una de las grandes ventajas de ser nómada digital: al no tener que quedarte en un lugar fijo, puedes cambiar de planes en cualquier momento.
Domingo 28 de mayo de 2022, 14:00 (hora de México). Estoy en la puerta de la oficina de Fintual en Ciudad de México con la maleta y la mochila que me acompañan en este viaje (así pasa con los nómadas digitales, llevamos nuestra vida a cuestas en unos 15 kilos de equipaje). Anoche volé desde el aeropuerto de Newark y, sinceramente, fue un viaje muy malo: un retraso de casi 3 horas por la lluvia, un trámite eterno en migraciones mexicanas y, para colmo, mi reserva no existía cuando llegué a mi hotel, después de la 1 de la mañana.
Terminé yendo a otro hotel con la idea de dormir mucho, pero me desperté a las 6. La hackatón durará unas 15 horas y una noche de sueño reparador hubiera sido ideal, pero no tuve tanta suerte. Así que aquí estoy, al fin en la oficina de Fintual, conociendo a mis 5 compañeros de prueba y a los muchos empleados de Fintual que estarán acompañándonos en esta larga jornada.
La hackatón se hace de forma paralela a la de Santiago, y encuentro simpático el hecho que hasta tenemos comida similar, a la misma hora. Nos organizamos en 2 equipos (además de los 11 equipos que participan desde Chile) y nos presentan los desafíos. Empiezo a trabajar con mis dos compañeros de equipo y, luego de las dificultades iniciales de organización, procedemos a dividirnos las tareas para que cada uno se enfoque en lo que mejor sabe hacer. Las horas pasan volando mientras codeamos y conversamos con la gente de Fintual.
Se nos ocurren muchas más cosas que podríamos implementar, pero ya no hay tiempo: llega el amanecer y es hora de presentar nuestros resultados. Para cuando termina todo el evento, el sol está en lo alto, pero faltan varias horas para poder ingresar al Airbnb que tomé para quedarme en México, así que aunque sólo quiero dormir, salgo a dar mi primera caminata por esa increíble ciudad.
Miércoles 8 de junio de 2022, 17:00 (hora de México). Me encuentro en Izúcar de Matamoros, una pequeña ciudad en el estado de Puebla, desde donde estoy trabajando esta semana. Nuevamente estoy a la espera de los resultados de la FIN, pues de ellos depende mi próximo destino: si me seleccionan, tengo que pensar en volver pronto al hemisferio sur; caso contrario, debo decidir si me quedaré un tiempo más en México o me iré a otro país.
De pronto, suena el teléfono. Es una video llamada de Whatsapp y cuando contesto, es Manuel, el líder pedagógico, quien me dice «¡Felicitaciones Cecilia, fuiste seleccionada para la FIN!”. ¡No puedo creerlo, quedé! ¡Me voy a vivir a la Patagonia!
Pienso en todo lo que implica esto: De las 1010 almas que postularon, seleccionaron sólo a 10, un índice de aceptación del 1%, así que los que van a la FIN deben ser secos (chilenismo para “los mejores”). Debo empezar a pensar en volver pronto a Sudamérica. Y también debo contar esto en mi trabajo. Al día siguiente hablo con el CEO y el CTO de la startup donde trabajo, quienes me dicen que se sienten felices por mí, a la vez que tristes porque me vaya de la empresa.
Viernes 5 de agosto de 2022, 04:00 (hora boliviana). Estoy nuevamente en el Aeropuerto Internacional de El Alto, dónde leí sobre la FIN por primera vez hace algo más de 3 meses, aunque esta vez espero el vuelo a Santiago de Chile. Luego de enterarme de mi aceptación, fui a Puebla, Oaxaca, Ciudad de México de nuevo, viajé a Ciudad de Guatemala, conocí las pirámides mayas de Tikal, pasé nuevamente por Miami y, luego de una corta escala en Bogotá, llegué a La Paz, Bolivia, a visitar a mis papás. En medio hice otro mini viaje a San Miguel de Tucumán, donde vive mi hermano, y volví a Bolivia a prepararme para ir a la FIN. Traté de aprovechar al máximo cada minuto como digital nomad, porque mi estilo de vida tendrá una pausa de tres meses mientras vivo en la Patagonia.
Martes 6 de septiembre de 2022, 09:00 (hora de Chile continental). Estamos en el aeropuerto de Santiago esperando nuestro vuelo para volver a Puerto Natales. Vinimos por unos días a votar en el plebiscito, en la que probablemente será la única pausa que tengamos en la FIN. Si tuviera que definir en una palabra las tres semanas que han transcurrido, ésta sería intensidad. Estamos todo el día aprendiendo sobre Ruby on Rails, conversando con los mentores, leyendo artículos, viendo videos tutoriales, haciendo proyectos, aprendiendo de forma colaborativa, asimilando la cultura de startup, etc. Y es más intenso aún porque los 10 seleccionados pasamos todo el día y todos los días juntos, pero la selección fue tan buena que realmente nos llevamos bien. Es divertido darse cuenta que no nos conocemos ni hace un mes, pero sentimos que nos conocemos hace años.
Estoy segura que hacer una pausa a los viajes para venir a la FIN es la mejor decisión que pude haber tomado. Sin duda será una de las mejores experiencias de mi vida, y luego podré volver con todo a continuar nomadeando.
Artículo originalmente publicado en Fintualist