Uno de los desafíos más comunes que tienen las empresas es romper con paradigmas que no le permiten innovar, como seguir pensando en desarrollar nuevos productos con procesos largos de planificación y desarrollo, sistemas de aprobación con alta burocracia y campañas millonarias de marketing para empujarlos al mercado.
En otras palabras, las empresas se enfocan en generar “big bangs” de desarrollo y comercialización de nuevos productos que les permitan tener una ventaja competitiva en el mercado. Este camino tiene grandes desafíos y amplios riesgos para el negocio. ¿Cómo aprovechar las tendencias y evitar la cultura del “big bang”?
Las empresas innovadoras son las que logran gestar una cultura que permite aprender de los errores. Es clave salir del edificio y probar las ideas con usuarios reales en etapas tempranas del desarrollo de los productos. Así se minimiza el riesgo de hacer inversiones en productos que nunca serán atractivos.
Mientras más real y temprana es la exposición de estos productos, más oportunidades tenemos de entender qué no debemos hacer.
Las empresas líderes evitan los “big bangs” obsesionándose por entender los problemas de sus usuarios antes de construir soluciones. Esto las convierte en organismos que aprenden de manera acelerada.
Una cultura que tiene foco en entender los problema reconoce más rápido el valor para retener al consumidor sin importar cuánto cambian en el tiempo. Alta retención produce mayores ingresos.
Los consumidores de hoy esperan productos que se adapten a sus necesidades. Esto es complicado de lograr, pues el primer paso que normalmente tomamos es generalizar el diseño de los nuevos productos.
Aprender a diseñar para la diversidad de los mercados no es simple, pero es clave para existir en el futuro. La empresa necesita aprender a usar data cuantitativa y cualitativa para construir experiencias valiosas para cada consumidor con el mismo producto y generar los mecanismos necesarios para aprender a experimentar bajo un entorno controlado que permita diseñar productos valiosos y duraderos.
En conclusión, las empresas que logran adaptar estos elementos a su cultura empresarial piensan en la mejora continua para sus iniciativas y ya no necesitan de “big bangs”. Sus productos están en constante evolución y sus estructuras organizacionales tiene la flexibilidad de adaptarse a cualquier cambio en el mercado.