Amalia cumplió este mes un año de egresar de Laboratoria, y hoy, después de 12 intensos meses de transformaciones personales, hace sus maletas para viajar a Washington D.C. a realizar una de las aventuras más fascinantes que le ha tocado vivir.
Su sueño empezó cuando una de sus amigas se iba como desarrolladora web a una pasantía a Estados Unidos en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ver a su colega triunfar la motivó a postular en Laboratoria y darle un giro a su vida.
Amalia estudió Teatro en la UNAM, durante siete años pasó por diferentes roles: desde profesora de primaria hasta emprendedora. Lamentablemente, aunque le encanta el arte, se enfrentó a dificultades económicas que no le permitían aspirar a otros sueños, como viajar o crecer profesionalmente.
Ese contexto fue determinante para que a sus 25 años decidiera dejarlo todo y aplicar a Laboratoria, imaginando una segunda oportunidad, un futuro prometedor. El proceso de selección fue arduo pero al final valió la pena y logró ser seleccionada para la 4ta generación de Laboratoria en la ciudad de México.
Al entrar al bootcamp, Amalia se encontró con un espacio totalmente nuevo, donde el reto diario era aprender a velocidades agigantadas, lo cual la llevó a creer en sí misma, en su talento, disciplina… en su poder. Además de los descubrimientos y aprendizajes técnicos, encontró una comunidad de mujeres que le brindaban a cada paso su solidaridad, ellas fueron su red de apoyo.
Luego de los seis meses del bootcamp, Amalia se convirtió en una desarrolladora Front- end con la 4ta generación de Laboratoria en Ciudad de México, lista para programar. Justo en ese momento se abrió una oportunidad para ser Coach de Laboratoria y Amalia aceptó. El desafío era enorme, pues ahora le tocaba a ella ser esa figura que inspiraría y guiaría con conocimiento técnico a la siguiente generación de estudiantes de la Ciudad de México.
Pasaron por sus ojos las historias de más de 100 estudiantes que al igual que ella entraban con entusiasmo pero al mismo tiempo con miedo. Las vida de esas mujeres seguían alimentando el espíritu de Amalia, y cada día que pasaba como Coach más se enamoraba del mundo tecnológico y de las nuevas oportunidades que te da la vida.
Fue una de esas tardes cuando llegó la convocatoria para concursar para la pasantía de seis meses en el BID y poner en práctica sus conocimientos en desarrollo web. De nuevo tuvo que esperar con ansias días enteros para conocer los resultados.
Cuando Amalia recibió la noticia de que había sido aceptada en el Banco Interamericano de Desarrollo no sabía cómo describir el desborde de su emoción, pero estaba convencida que ese vació era la esperanza de un sueño a punto de cumplir (el mismo sueño que un año antes vio a su amiga realizar).
Era la primera vez que saldría del país, la primera vez que trabajaría con otra cultura, la primera vez que intercambiaría ideas con gente que ni siquiera habla su idioma, y aún con toda esa incertidumbre, estaba feliz.
Ese es el mensaje que le deja Amalia a todas esas mujeres que estén leyendo este texto y que tengan dudas, miedos y ansiedades:
“Debes estar dispuesta a creer en tí, en tu talento y el de todas las mujeres, porque nosotras podemos transformar el mundo”.